CONSTITUCIONALISMO EN COLOMBIA (S. XIX-XX)
El país, notable indefectiblemente por una gran violencia representativa de toda su historia y el hecho de que sean propiamente las guerras las constituidoras de cambios (que mayoritariamente son retrógrados) en el orden constitucional, y, que de forma recíproca sean los cambios en el orden los que inculquen confrontación, evoca que la nación no estuvo ausente en ninguna ocasión del margen conflictivo del resto del mundo, sino que, a pesar de no ser participante directo de ninguna guerra de apertura mundial, tuvo conflicto internos devastadores y establecedores de regresiones, volatilidad, debilidad y reformas constantes en materia de constitución. He aquí el país con rojo en su bandera, excluyente, violento y precario.
Independencia Vs. Provincialismo
La gran Colombia (1819-1832)
La Gran Colombia para entonces se constituyó en los departamentos de Venezuela, Quito y Cundinamarca, gobernados por Bolívar como presidente y con Antonio Nariño como vicepresidente. Después de su nombramiento, el libertador marchó al sur durante cuatro años para forjar la independencia de Ecuador y Perú, dejando a cargo al general Francisco de Paula Santander. Al retomar el poder en agosto de 1828, Bolívar tomó una postura dictatorial, eliminó el cargo de vicepresidente e hizo múltiples cambios de gobierno que llevaron a la disolución de La República en 1830
LA NUEVA GRANADA (1832-1858)
El 20 de octubre de 1831 la convención granadina tras su disolución en 1830 estableció una república centralizada y presidencialista llamada República de la Nueva Granada. El 17 de noviembre de 1831 se promulgó la Ley Fundamental, pero se siguió trabajando en ella durante 1832. Francisco de Paula Santander fue nombrado presidente por el congreso por un período de cuatro años, se otorgó mayor representación y poder a las provincias. Las provincias se llamaron departamentos y se indicó que debían ser administradas por un gobernador nombrado por el presidente y por asambleas elegidas por voto. En este periodo los centralistas y los eclesiásticos empezaron a distinguirse con el nombre de conservadores y sus oponentes los federalistas, con el nombre de liberales.